jueves, 29 de mayo de 2008

EL JANSENISMO


Introducción:
Para la elaboración del siguiente trabajo profundizaré en el Jansenismo teniendo en cuenta algunos de sus antecedentes. Es importante destacar la serie de cartas o correspondencias de Jansenio para con sus allegados y colaboradores.

«Correspondencia de jansenio con Vager de Saint-Cyran (Lovaina, 1654). Viaje de Jansenio a España. Carta de 2 de Julio de 1626; dice que trabajaba con éxito. Carta segunda: exhorta a Saint-Cyran a venir a España. “aquí hay muchas formalidades para imprimir la mejor hoja de papel, y difícilmente se puede huir de las manos de Pacubio” (el jesuitismo). Tercera, 4 de Febrero de 1627. Imposible publicar el escrito de Saint-Cyran en Madrid, so pena de reformarle, de tal modo, que perdería su fuerza. Desde Lovaina, Abril de 1627, escribe que ha trasladado de su letra algunos ejemplares del escrito, y que los difundirá por España. Proseguiremos enlazándonos más fuertemente con las personas de España”. 16 de Julio de 1627: “toda la tempestad de España, que no es pequeña, se me ha atribuido”. Lovaina, 31 de Diciembre del mismo año: Jansenio, en Salamanca, hospedado en casa del Dr. Brasilio de León. Huye de España por temor de que le prendan». (1)

Ahora el autor (2) deja ver como san Agustín se convirtió en una víctima más entre la batalla de jesuitas y jansenistas del siglo XVII, y la confrontación de la gracia divina con el albedrío humano. Esto es lo que trataré desarrollar a continuación.

1. Gracia y documentos:
Gracia: interna, externa, habitual, suficiente, eficaz, justificatoria, actual, incongruente, perfecta, imperfecta, preparatoria, estimulante (exitans), irresistible, versátil, equilibrada. Gracia: de adopción, de regeneración, de habitación, de sensatez, de medicina (3) . Es una lista de adjetivos y nombres utilizados en las polémicas teológicas de los siglos XVI y XVII, para identificar las diversas clases o factores de la gracia divina.

Esta lista al parecer, quiere mostrar una gran batalla defensiva y ofensiva, pero en todo esto el núcleo del problema es bastante sencillo, en la medida que algo puede ser sencillo en teología, y de difícil comprensión.

En los siglos posteriores a la reforma, la Iglesia católica promulgó un sinfín de documentos doctrinales que trataban las cuestiones de la gracia divina, la predestinación, el libre albedrío, y el papel de la voluntad humana en la condena o salvación de las personas. “Los más importantes son: la bula Exsurge Domine (1520) que condenaba 41 fórmulas heréticas y escandalosas de Martín Lutero; los decretos de la quinta y sexta sesiones del concilio de Trento (1547); la bula Ex Omnibus Afflictionibus (1567) que condenaba 79 declaraciones de Michel de Bay (Bayo); la bula Cum Occasione (1563) que condenaba 5 declaraciones atribuidas a Cormelio Jansen; y la constitución Unigenitus (1713) condenando 101 fórmulas de Paquier Quesnel” (4). Este es un problema bastante tratado, en lo que se refiere a términos teológicos, que separó entre sí todas las iglesias, sectas y escuelas en Europa.

Dentro de esto encontramos los seguidores de Jansen. Los jansenistas rara vez se llamaban a sí mismos “jansenistas”. Nombre creado al principio de la controversia, por sus enemigos jesuitas; este nombre sugería una especie de nueva secta establecida por un teólogo recientemente fallecido.

Los seguidores de Jansen se llamaban a sí mismos discípulos de Agustín. Insistían en que ninguno de ellos ni Jansen no tenían nada nuevo que decir. Por otro lado argumentaban que la doctrina molinista era una innovación en la Iglesia católica. Para los jesuitas fue incómodo que los jansenistas invocaran la autoridad de Agustín y en la mayor parte se propusieron evitar el tema. Los jansenistas invocaran la autoridad de Agustín y en la mayor parte se propusieron evitar el tema. Los jansenistas se mostraban firmes cuando decían que eran fieles a las enseñanzas agustinianas, y sus sospechas sobre la presencia de errores pelagianos en la teología jesuita.

2. El Augustinus:
El Augustinus de Jansen apareció en Lovaina en 1640, dos años después de la muerte del autor. Resulta difícil encontrar una fecha exacta que de la pauta del nacimiento del jansenismo. Por otro lado es interesante el abad de Saint-Cyran, a este lo arrestan con órdenes de Richelieu en Mayo de 1638, con el pretexto de un error doctrinal en la atrición, fue importante porque aparece una y otra vez en los escritos jansenistas. Aquí existía una conexión doctrinal y psicológica, pero no convincente con la predestinación y la gracia. Una vez publicada la Fréguente Communión, de Arnauld en 1643, es cuando se puede hablar de un movimiento con conciencia de tal.

El Augustinus, el mágnunm opus de Jansen, es un tratado teológico extenso, en tres volúmenes: en el primero trata de la herejía pelagiana; el segundo la gracia concedida a la primera pareja en el paraíso y el estado de la naturaleza caída; el tercero “la gracia de Cristo el Salvador”. En todo se encuentran herejías especialmente en el último.

No es necesario hacer una descripción de todo lo que sucedió durante los casi trece años, entre la impresión del Augustinus y la bula papal. El primer intento decisivo de obtener la condena oficial de Jansen se dio en Julio de 1649, cuando Nicolás Cornet, alumno de los jesuitas y su reputación de ser criado de los mismos, intentó iniciar a la Soberana a condenar cinco declaraciones que él atribuía a Jansen. Pero no lo lograron a pesar de las influencias, entonces les tocó a lo obispos que estaban contra Jasen, enviar una carta colectiva a la Santa Sede, logrando el apoyo al afirmar que sus ideas se difundían, procedimiento que resultó eficaz. La condena de Jansen podía parecer un accidente, porque fue casi impuesta al Papa, que no era teólogo.

Desde el inicio la estrategia jansenista se basó en primer lugar, en probar que loas cinco declaraciones habían sido arbitrariamente maquinadas por Cornet u otros molinistas, y que estas no se podían encontrar en el texto de jansen (excpto la primera declaración, y ésta, según reivindicaban, había sido alterada por sus detractores para ajustarse a sus siniestros propósitos); en segundo lugar, sostenían que tal y como estaban expresadas las declaraciones, resultan ambiguas y pedían ser interpretadas tanto en u sentido ortodoxo como en un sentido herético; y en tercer lugar, insinuaban que el objetivo de los jesuitas era conseguir la condena de san Agustín con el pretexto de estar condenando a Jansen (5).

Arnauld argumentó que la constitución papal condenaba la herejía en los abstracto y no en sentido de Jasen. Hay que recordar que el libro ya había sido condenado en la bula In Eminenti de 1642, que fue acusar al autor no en lo dogmático, sino en el voto de silencio impuesto sobre los teólogos en los temas de la gracia y la predestinación, pero el mandato no había llegado a Bruselas y Jasen no podía ser tildado de hereje porque la condena fue póstuma, por lo tanto no afectaba su figura como autor, sino sólo su doctrina.

El autor de este libreto al que me he referido, “confrontó textos básicos (aparte d Agustinus). En primer lugar, una serie de obras de Arnauld que tratan sobre el tema; en segundo lugar, el ataque a Arnauld, en dos volúmenes obra de Pierre Jurieu, “el Papa calvinista”; y, en tercer lugar, dos obras del padre Franciscois Annat, el famoso polemista jesuita (y durante un tiempo, el confesor del rey y uno de los principales organizadores de las persecusiones). La discusión de las cinco fórmulas es uno de los temas principales de la obra de Jurieu, junto a una gran cantidad de injurias personales. Esta confrontación es instructiva, porque los tres hombres eran eruditos en teología y en la historia de la Iglesia, y a uno le resulta difícil imaginar que a cualquiera de ellos se le pudieran haber escapado cualquier punto histórica o teológicamente relevante que apoyara sus argumentos.

3. Las cinco fórmulas de Jansen:
Arnauld sostuvo que las cinco declaraciones que se tomaron en sentido herético son parte de la abominable doctrina calvinista y que esta oposición con lo que enseñó Jansen, pero si se leen con un sentido ortodoxo expresan la tradición agustiniana, que siempre ha sido la teología católoca por excelencia. Al lado opuesto está Jurieu, quien insiste que las declaraciones son agustinianas y refeljan correctamente el sentido de Jansen y que son calvinistas. Afirma además que Arnauld sabe muy bien lo que está en juego, aceptando la soteriología agustiniana-calvinista-jansenista, pero que por motivos de interés prefiere quedarse con la Iglesia papista, inventando (mala fidei) diferentcias que no existían entre Jansen y la fe reformada. Annat muestra su imparcialidad cuando muestra distinciones entre las doctrinas jansenistas y calvinistas, y opone las dos doctrinas al genuino dogma católico, ajustándose a las enseñanzas de Agustín y al sensus alienus, osea a lo que los jansenistas decían erróneamente era el objetivo de la bula.

Finalmente el problema se reduce a las paradójica dificultad de reconciliar dos dogmas del cristianismo: que dios es omnipotente y es imposible imaginarse que su voluntad pueda ser desbaratada por los hombres y que los hombres son responsables de su condena o su salvación.

Por esta razón plasmaré algo de las cinco fórmulas discutidas de Jansen. La primera fórmula: “algunos de los mandamientos de Dios son imposibles para las personas justas con los poderes que realmente tienen que desean e intentan cumplirlos; y carecen de la gracia con la cual los mandamientos serían posibles”. De esto se dice que Dios no ordena cosas imposibles, al contrario, proporciona a todos suficiente auxilio para hacer lo que él ordena. San Agustín lo afirma en numerosas citas: Dios no nos ordena hacer cosas imposibles, esto no quiere decir que se pueda obedecer cualquier cosa que él ordene únicamente con los poderes humanos. En este punto es importante mirar que la gracia no es negada únicamente a los infieles y pecadores, sino también a las personas fieles y justas que realmente quieren atenerse a las órdenes divinas: tienen voluntad, pero les falta el poder. Tienes que recibir ayuda para conseguir aquello que te propones. La gracia es la que hace que no solo tengamos voluntad para hacer lo correcto, sino que además podamos hacerlo.

De acuerdo con la doctrina de Agustín y Jansen, ningún acto puede ser realizado sin este tipo de gracia. Para Jurieu. Jansen confirma las enseñanzas agustinianas, aceptadas por la Iglesia reformada. Dentro de esto hay que distinguir cuatro doctrinas de acuerdo con Agustín, Jurieu y Calvino, las criaturas humanas después de la caída no pueden llevar a cabo ningún acto moralmente bueno, de compromiso con la ley divina, sin ayuda. De acuerdo con las enseñanzas pelagianas llevadas a su extremo, Dios nos capacita para hacer el bien, si así lo deseamos, De acuerdo con las enseñanzas semipelagianas de los jesuitas, necesitamos la gracia para hacer el bien, la gracia se da a todos y sólo necesita de nuestro libre albedrío para que sea eficaz. De acuerdo con Aquino, tenernos suficiente gracia para llevar a cabo buenas acciones por nuestra libre elección, pero esto no basta.

La segunda fórmula: “en estado de naturaleza caída, uno jamás se resiste a la gracia interior”. Los irresistible de la gracia divina es uno de los problemas decisivos de todos los argumentos que se refieren entre condición necesaria y suficiente. Es claro que después de la caída la posibilidad de hacer buenas acciones y la voluntad de llevarlas a cabo, además de su cumplimiento, son dones de dios. La gracia que se concede a algunos, es más poderosa y actúa proporcionando no sólo el poder de querer, sino la voluntad de hacer lo que podemos. La voluntad de está atrapada de tal modo por la gracia que casi no se puede decir que actúe. Tanto Agustín como Jansen, parecen claros en esta parte. Una vez Dios desea que un hombre haga el bien, su voluntad no se puede ver frustrada, no puede resistir a su gracia. La gracia infaliblemente supera siempre nuestra resistencia. Si la gracia es dada, hacemos el bien por necesidad, no existe término medio.

La tercera fórmula a primera vista parece algo confusa, pero si significado puede ser explicado con facilidad. Esta dice: “en el estado de naturaleza caída, parta ganarse un mérito o para perderlo, no es necesario que el hombre esté libre de necesidad; estar libre de la obligación es suficiente. El trasfondo teológico es el mismo discutido anteriormente, si se actúa por propia voluntad, inevitablemente corrupta después de la calamidad del pecado original, nunca elegimos entre el bien y el mal, si hacemos cualquiera de los dos lo hacemos de forma necesaria pero no estamos obligados.

La obligación ocurre cuando yo hago algo que yo no quiero hacer, va contra mi voluntad. Si hago algo es porque quiero y soy libre; como lo decía santo Tomás: la simple necesidad de voluntad no contradice la libertad. La libertad no es solo de la obligación, sino de la necesidad voluntaria inmutable, o sea, su libertad es indiferente (al bien o al mal). De acuerdo con Agustín, la voluntad, es decir, la libertad, no se encuentra en oposición a la necesidad, sino a la naturaleza. Entonces nuestro poder de hacer, se hace libremente; por lo tanto el libre albedrío es perfectamente compatible con la acción de la gracia eficaz: la gracia eficaz permite que nuestra voluntad tanga el libre albedrío de hacer esto y no aquello.

La cuarta fórmula: “los semipelagios admitieron la necesidad de una gracia interna previa para todas las acciones específicas, incluyendo el principio de la fe, y eran herejes porque querían que esta gracia fuera tal que la voluntad humana pudiera resistirla u obedecerle”. Es herético suponer que está en nuestro poder elegir aceptar o rechazar la gracia. Un comentario de San Agustín, entre los miles citados por Jansen, resuelve el tema: al recompensar a sus criaturas humanas, Dios galardona sus propios dones. Aunque Adán antes de la Caída no podía hacer sin gracia, era capaz de tener mérito por la fuerza de su propio libre albedrío. Dios quería salvar a todos y por eso no sólo dio libre albedrío, sino la buena voluntad, la caridad y la ayuda e la perseverancia.

La cuestión no es si hay en nosotros un potencial para revelarnos contra Dios, sino en si podemos hacerlo con éxito, de tal modo que la voluntad de Dios, presentada en su gracia, quede frustrada por la resistencia humana. De acuerdo con Agustín y Jansen, la gracia es enteramente gratuita y recobra a algunos por misericordia, a pesar de sus crímenes, y es negada o otros por justicia, funciona después de la caída. Al imputar Dios buenas acciones, ya la gracia no puede ser frustrada, pues Dios después de la caída sigue salvando.

La quinta fórmula al parecer puede estar independiente de las otras cuatro, pero expresa la doctrina de la predestinación. Dice: “Es semipelagiano decir que Cristo murió o derramó su sangre por todos los hombres en general”. la censura con que acaba la bula añade: decir tal es falso, insolente, escandaloso, y sin la intensión del significado, es decir que Cristo murió sólo por los predestinados, es impío, blasfemo, insultante a la piedad divina y por tanto es herético. Al parecer todo conocían las palabras de Pablo: Dios quiere salvar a todas las personas (2 Tim 2,4-5), Dios no es sólo Dios de los judíos, sino también el de los gentiles (Rom 3,29). Esto significa que el valor de su sacrificio es suficiente para salvar a todos, pero no funciona de forma eficaz para todos.

Los jansenistas se reconfortaron con la propuesta del Papa y pidieron que se confirmara que las enseñanzas de Agustín sobre la gracia eficaz, no se afectaron con la bula, a esto responde el Pontífice “O, questo é certo”. Ningún Papa hubiera admitido en público que él había señalado a Agustín como autor de una herejía. Jurieu afirma que el Papa no entendió lo discutido, pus lo que interesaba en Roma eran los conocimientos de derecho canónico, y no de teología. Para evitar la excomunión, los jansenistas aceptan la bula y alterar su significado de tal manera que su sentido aparente se evapora de forma milagrosa y quedara fácil de condenar, porque tal como repetían incesantemente, nadie defendía semejante herejía.

Para Voltaire, es una disputa al igual que las teológicas, simplemente era un tema de ridículo, las riñas insensatas de unos fanáticos, pero lo suficientemente justo como para culpar ambas partes. La solución a que se llegó sorteaba la cuestión: el Papa había sido desorientado por los jesuitas, haciéndole creer que las declaraciones heréticas habían sido extraídas del Augustinus. Pascal dice que no hay ninguna diferencia en condenar la doctrina de Jansen sobre las cinco fórmulas y condenar la gracia eficaz, a san Agustín, y a san Pablo. Se ha argumentado que tanto los papas, jesuitas y calvinistas acertaban en lo que se refiere e cuestiones prácticas: las cinco fórmulas resumían muy bien el sentido de Agustinus, con razón los jansenistas reclamaban con justicia que Augustinus era en su totalidad fiel a su título.

4. Conclusiones:
Ya para finalizar según José Uriel Patiño, el jansenismo atormentó las conciencias católicas durante tres siglos, por aquello de la controversia de auxiliis con aspectos dogmáticos, morales y eclesiales realizada entre el rigorismo y el probabilismo. Además, es un tema que viene desde la antigüedad cristiana, cuando se polemizó sobre la gracia. Cuando se habla del jansenismo en sentido estricto se refiere al campo teológico, la doctrina escrita en el Augustinus y a los que la Iglesia dice sobre él; en sentido amplio es un fenómeno histórico que comprende diferentes campos sociales y eclesiales en Francia, España e Italia.

Aún queda tela por contar, pues es un tema muy amplio, sólo he querido centrarme un poco en la batalla que se dio entre jesuitas y jansenistas del siglo XVII, y decir algo con respecto a la confrontación de la gracia divina con el albedrío humano.

CITAS:

[1] MENÉNDEZ Marcelino y Pelayo. Historia de los heterodoxos españoles. Tomo VI. Emecé editores, S.A. Buenos Aires.
[2] Cfr KOLAKOWSKI Leszek. Dios no nos debe nada. Un breve comentario sobre la religión de Pascal y el espíritu del jansenismo. Editorial Herder, Barcelona.
[3] Ibís, p.13
[4] Ibíd., p.14
[5] Ibíd.,p.18.

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