jueves, 29 de mayo de 2008

LA MISIÓN EN LA IGLESIA ACTUAL

La Iglesia tiene el deber, a la par que el derecho sagrado de evangelizar, acontecimientos de la historia del mundo.

Existe hoy cierta ambigüedad respecto a la palabra misión. A veces parece tener un significado algo limitado referido mayormente al trabajo en las misiones en el extranjero. En otras ocasiones, y respecto a otras personas, su significado es más amplio; en este caso, se refiere no tanto a un trabajo especial, sino al sentido de haber sido llamado para emprender alguna actividad importante, junto con la voluntad de ir más allá de lo conocido y trabajar en una nueva frontera, fuera de las estructuras establecidas.

A través de la historia la misión en la Iglesia se ha venido consolidando en ambientes y lugres geográficos donde casi la mirada de la sociedad no ve.





La evangelización en América Latina se ha transformado en las realidades humanas desde la época que fuimos colonizados, la obtención de nuestras tierras y la conquista de nuestro espacio en el mundo desde la visión española ya ha cambiado.

Ahora somos sujetos con rostro concreto en la historia de salvación venida de Dios para hacer realidad el Reino de Dios dentro de la misión misma de la Iglesia.






Hay dos aspectos básicos del concepto misión: la misión de Dios y la misión de la Iglesia. La primera tiene que ver con el envío y la misión del Espíritu Santo y el envío y el trabajo de Jesús en el mundo. La misión de la Iglesia, enraizada en el Nuevo Testamento, se desarrolló a través de los siglos y, por lo tanto, cuando queremos evaluarla no encontramos respuestas fáciles en la Biblia.

Existen desafíos que tienen que ver con el personal misionero extranjero. Durante unos cien años atrás, un gran número de misioneros vino de los países de tradición misionera, Europa, para trabajar en las iglesias jóvenes de otros continentes. Durante la última generación ha habido un descenso dramático en el número de estos misioneros extranjeros y el perfil de su edad ha cambiado mucho. El resultado es que su edad media está subiendo con mucha rapidez, de tal forma que, si siguen las mismas tendencias, en menos de dos décadas habrá muy pocos de estos misioneros activos.

De igual manera en mi contexto latinoamericano, la misión tiene su rostro propio que se encarna en las culturas rurales y urbanas, los contextos de guerra y opresión hace que sean pocas las personas cristianas que son comprometidas con el Reino de Dios y ellos hacen mucho peso en ante los males del mundo para denunciarlos y anunciar la esperanza, esto denota una pastoral teológica comprometida en el camino pedregoso de la renovación que necesita la iglesia, los grupos católicos son los que necesitan ahora más profesionalización e interdisciplinariedad en diferentes ciencias humanas para atender critica y analíticamente las problemáticas socioculturales y religiosas del mundo a la luz de la esperanza vivificadora del Reino que libera en reflexión de lo que necesita la iglesia para el futuro.

La misión en la Iglesia debe estar atenta a los signos de los tiempo con posturas claras en las cuestiones culturales, políticas, económicas y religiosas en las que se mueve el pueblos contemporáneos, el tema de la inculturación en los contextos sociales deja ver que la radicalidad por la que tiene que ir la Iglesia de nuestro tiempo.

La manifestación de la misión proporcionaría a cada uno de nosotros una identidad fundamental en la auto-identificación del ser situado en la realidad existente. Pues busca la ontología de Dios que se desemboca e la reflexión de la realidad, tratando de generar acción en un tiempo y espacio concreto de la acción evangelizadora del mundo.

La meta de esta reflexión es ayudarnos a entender y continuar la misión fundamental de Jesús, reconociendo y apoyándonos a la vez en las formas múltiples de la acción del Espíritu Santo que trabaja en el mundo desde su principio y que sigue inspirándonos y dándonos su apoyo de momento a momento. Esperamos que se clarifique lo que significa vivir el espíritu misionero durante un período en que tanto la empresa misionera tradicional sufre un desafío serio, como también nuevas oportunidades para la misión aparecen por todos lados.







La preferencia de la Misión es por esas personas que sufren las exclusiones de la sociedad en carne y hueso, Los principios y derechos de la sociedad en países pobres o tercermundistas, son cada vez más violados y negados, el sistema dominante del mundo actúa sobre las sociedades con automatismo verbal y mental que no deja ver la cruda desnudez de los hechos reales, pues, las democracias que dominan las políticas y economías de un país, intervienen a favor de los que tienen más para ir en contra de los menos, generando así, decadencia y perdida absoluta en el sentido del ser humano en el mundo. Es un poder de Estados y Gobiernos que capitalizan todo sin tener en cuenta el rostro humano, son países desarrollados que necesitan de los subdesarrollados para hacer sentir su fuerza con culturas, industrias y políticas impositivas. En Latinoamérica, han existido Gobiernos que oyen a mucha gente gritar por sus derechos demandando una vida más justa, pero ellos gritan más fuerte con soberbia y, tapan con cañones sus oídos, la gente busca trabajo digno pero los poderosos compran y venden cuerpos sinvergüenzas. La gente aniquilada y humillada lucha y tiene esperanza de vida pero el mal gobierno oferta muerte y destrucción.

Sin duda alguna la teología aparece como un discurso centrado en un determinado espacio y momento social, político, cultural, económico y religioso, pues ella, la teología en general, se propone no simplemente en dar un discurso liberador, sino que precisamente se hace comprender así misma como servidora misionera ante los problemas coyunturales de injusticia en las victimas que son producto del sistema de poder mundial. Entonces, se tiene que hablar de una reflexión teológica misionera transformadora y liberadora, teniendo en cuenta los niveles de análisis sociales en el mundo y en la historia.


Esta realidad presenta un cuadro dramático; desmoralizante en los ambientes sociopolíticos, culturales, económicos y religiosos en Latinoamérica, ante esto, surge el método de acción y reflexión en medio de la misión teológica que se interesa por apropiarse éticamente de los hechos de opresión y clamor de la gente que buscan transformación y liberación. Es estar en favor de las victimas del sistema capitalista y neoliberal, pues aquí, en el concreto histórico se revela Dios y actúa eficazmente con el pueblo sufriente; permitiendo que éste, el pueblo, realice un análisis profundo, sistemático y organizado su realidad histórica y momento existencial, en medio de las vicisitudes reales de los ambientes humanos.







OPTAR SIEMPRE POR LA MISIÓN EN LOS QUE MÁS SUFREN.

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